Tuesday, February 9, 2010

Con el permiso de nuestro gran dador de vida, les mando saludar a ustedes y a sus corazones. El es Dios!


Me llamo Quiahuitl. Soy danzante y sargento del Grupo de Danza Azteca Xochipilli. Nuestra danza es un aspecto o mas una pequeña parte que pertenece nuestro Kalpulli o Familia. Nuestro Kalpulli se llama Teokalli Teoyolotl que es la Casa Sagrada del Sagrado Corazon. Parte de mi trabajo como danzante es ir a Puebla, Mexico para estudiar nuestras tradiciones para nuestro grupo o Kalpulli. Nuestro grupo de danza aprende la danza Mexika, la filosofia que es el Mexicayotl, y la disciplina de nuestros Abuelos en las tradiciones ancestrales.

Nuestro grupo esta alimentado por los corazones de muchos de nuestros hermanos en Mexico! Les doy las gracias de parte del Grupo Xochipilli por todo lo que han compartido. Estamos muy agradecidos a nuestra Capitana Tonantzin Fernandez por su instruccion, por su amor y por su carino. Estamos agradecidos a ella por todo que ella ha compartido con nosotros, para todas las personas que ella me ha presentado, y sobre todo por las puertas que ella ha abierto en mi vida.

Por Nuestra Capitana yo ha tenido la opportunidad de conocer y convivir con muchos de los danzantes de su grupo, Tonantzin Coatlicue….Nikan Ka! Muchos de los danzantes me han instuido y me han guiado en muchos detalles de nuestra Danza Mexika. El trabajo de nuestra Capitana se refleja mucho en los danzantes de Tonantzin Coatlicue. Danzan muy fuertes y poderosos. Sus pasos son muy limpios y bien markados. Fluyen como viento, en movimientos poéticos y majestuosos.

Sin querer gastar mas tiempo, les quiero presentar unos de los danzantes del grupo Tonantzin Coatlicue: Acatzin Arenas Fernandez. Como integrante del grupo, aparte de ser danzante tiene otra responsabilidad. Acatzin es el Huehuetlaka mayor del grupo, o el hombre del tambor oficial. El maneja el ritmo del grupo atravez de los pasos de todos los danzantes. Me ha notado del gran corazon que tiene Acatzin por medio de nuestras platicas y lo que ha compartido con nuestro grupo. Ha visto el corazon de Acatzin en todas las danzas en que yo tenia el honor de estar presente con el. No hay cualquier comparación entre todos los Huehuetlaka como el. Acatzin hace su trabajo, que es algo muy fuerte, con todo su corazon, llevando el ritmo de un grupo hermoso.

Quiero compartir con ustedes lo que es la Danza Mexica por medio de un articulo que escribio Acatzin. No tengo palabras para explicar lo que el comparta con nosotros algo muy hermoso. Tlazokamati Acatzin por tus palabras. El es dios!

-Quiahuitl, Grupo de Danza Azteca Xochipilli
La desidia de la gente contrastaba con la voracidad del olvido,

que poco a poco iba carcomiendo sin piedad los recuerdos.
Gabriel García Márquez

Y así, el hombre se volvió pez de un solo charco, pájaro encerrado en jaula de oropel...

Confundido por el remolino del tiempo, harto de su desamparo, cansado de ser como es, hundido en una cultura que no comprende y en la que intenta encajar con frustrados esfuerzos.

Así es como el hombre y la mujer de Anáhuac se transformaron hasta casi desaparecer.

Largo proceso de destrucción y despojo de nuestros pueblos, hoy, la historia se repite de una manera tan absurda que parece una burla de la ironía. Su incongruencia es reflejo del fuego con que quemaron los libros sagrados, del acero que perforó la tierna piel del Cemanahuac.

El danzante, guerrero de tantas conquistas, está vencido por la incongruencia de sus actos. Se ha ladinizado tanto que ahora es él el que mira con indiferencia a los pueblos indígenas, legítimos herederos de la cultura de los antiguos habitantes de Anahuac.

Con sus manos trabaja la flor, con sus vísceras la marchita.

Con su voz eleva el dulce canto de la veneración antigua, pero lo quiebra con su vanidad, indisciplina y debilidad por los excesos de occidente.

Hoy el danzante ha desamparado a su madre, estéril en la soledad que provoca su incongruencia.

Así, el hombre y la mujer toman la cultura rescatada, la adaptan, la deforman, la ponen al día haciendo de la tradición negocio, y del negocio una tradición de aquellos que la miran confundidos por siglos de cínica insistencia.

Y allá, a lo lejos, esperan las flores. Esperan con un dejo de tristeza los pies que las volverán camino. Camino florido, camino espinado.

No queda mucho tiempo. Estén alertas. Dentro de poco el hombre común será parte de una encrucijada de sentimientos. Odio, intolerancia y sus violentos hijos, que, cansados de ser siempre los culpables, tomarán forma humana para no volver jamás al día en que decidieron nacer.

Pero hay esperanza. Nuestros cantos, nuestras flores deberán ser esparcidas con el amor del ejemplo.

Que el respeto no sea meta sino camino. Que la veneración sea guía, el compromiso menos, la conciencia más y que los hombres y mujeres rezumben como latido de un mismo corazón.

Que el colibrí que nos amanece cada día lo haga sin la tristeza de quien ve a sus hijos enfermos de codicia.

¿Qué verá el Sol que mañana nacerá? ¿Qué será de aquellos que viven en la tierra?

“Al menos dejemos flores, al menos dejemos cantos”. Nosotros somos la flor, la vida, el canto. ¿Qué canto dejaremos al irnos?.

Si como bellas rosas compartimos el destino de florecer y marchitarnos, apresurémonos a aprender y transmitir la vida florida: la cultura de nuestros abuelos.

¡Mexicanos! Descansen el chimalli y la filosa lanza de obsidiana. Empuñen el espejo humeante y dejen que les muestre la cara de su incongruencia. Que águila y jaguar se sumerjan en la batalla de la introspección. Que se desprendan del parásito que les envuelve la conciencia. Aquel al que alimentamos con nuestra mentira, crueldad, ambición y deslealtad, néctar de la desarmonía.

Huehuetlacatl, toma con amor los ritos del pasado. Trata con cariño y veneración al Huehuetl que se pudre en el latir de un ritmo que no es el suyo.

Popocihuatl, eterna princesa de luz: nunca el fuego inhalará malas miradas. Que nunca más muera evocando, entre suspiros, la gloria de mejores tiempos. Tú eres guía, tú eres luz, eres tea. Nunca te has de apagar. No te obscurezcas.

Danzantes, nuevos guardianes de la tradición, no nos estanquemos en el recuerdo del esplendor de primaveras pasadas. Es hora de que el Sol nuevo vea sus collares de jade, sus plumas preciosas cuidando y venerando a su madre para que fructifique, respetándose, y en humilde silencio entonando sus manos al son del trabajo y la disciplina.

Es momento en que el Sol vuelva a la risa, al sueño viendo que su sangre, su retrato se esfuerza por dejar atrás el polvo, la basura.

Sudemos limpio, seamos luz, jade brillante, pluma preciosa, tea incansable. Que los excesos regresen de donde vinieron. Que la tradición que es para nosotros gran tesoro, que es jade, que es turquesa, nunca se acabe ni deje de parir hijos dignos y puros.

Y al final, el hombre y la mujer de Anáhuac, todos por igual, cola y ala, mano y pie, decidieron regresar al origen -antes lo hicieron, después lo volverán a hacer-, desatando nudos, quitando velos, “festejando el cuerpo”. La dualidad.

Tan sólo somos flor de un sólo día. Seremos jades, seremos anchos plumajes de papagayo, azules guacamayas luciendo sus corolas, preciosos colibrís que, al final, no dejaran mas que su palabra, su flor y su canto.

Luis Acatzin Arenas Fernández
Calpulli Tonantzin Coatlicue
Calpulli Anahuacayotl
Tlaxcalanzingo, Puebla
aca_capi9@hotmail.com

Wednesday, January 13, 2010

From the sweet side of the Moon

                                                                                                                                               by Ana Lara

In the last year, I have been learning about how the connections between traditional values and practices and the demands of the U.S. society’s values and expectations go hand in hand, and how they challenge each other.

On our way to Tepejic, Mexico for the Moon Dance in September 2009, my madrina said to me, “Just like you’re in a PhD program for your studies, all the work you are doing in the kalpulli is like being in a PhD for your spiritual development.” And it’s so true. I finished my first year of the Moon Dance in September 2009 and my first semester at Yale December 2009. And, I’m going to speak to what I have learned in the first leg of my journey, as someone who values and centralizes traditional ways and also recognizes the importance of managing the structure of the society in which we live.



The world we live in is fast paced, existing more and more on the computer and cellphone: texts, emails, Facebook, ipods, etc. take up a lot of our time. Living in the U.S. means living in a society that teaches us to give greater value to material gains, individualism, and black-white thinking than to spiritual integrity, community well being, and working with both the heart and mind. Whatever we believe and no matter how rooted we are in our own traditional or other cultures, we are all also strongly influenced by the greater society’s values, and so we have to learn to live alongside them, even and especially as our own traditional values and practices become stronger. I feel this to be true, and am learning a lot about how to do this.

In 2009, I started in “two PhDs” – one at Yale University in New Haven, Connecticut and one at Kalpulli Teokalli Teoyolotl in Austin, Texas. Under the guidance of my primera and segunda palabras, Tupina and Acatzin, I made a difficult decision between leaving the community I love and was working for in Austin, Texas and going to pursue a PhD at Yale, which had offered me a five year fellowship to study, but which was far from my community. Going to Yale would essentially put me in the heart of a system that reinforces the values of materialism, individualism and either-or thinking, going against my own personal value system and the traditions I am walking in. At the same time, it was a very unusual opportunity for anyone, and maybe, just maybe taking this opportunity would mean bringing more resources to my community. So, after asking the Creator for greater guidance, I decided to go.

How then, to bridge these very different worlds – because I’m part of both of them – and stay strong on my path? This is the core class of the Kalpulli “PhD”.


When I decided to accept the offer to go to Yale, I did it with my elder’s blessings, which sounded like this: “You will confront greater darkness than you have in your current work, and you will have to be courageous and conquer that darkness.” And “Yale will make you stronger and give to you what you need to do the work that you are here to do, with greater strength.” These were two very powerful blessings for me. For what they were telling me was that I would be getting stronger, and that all the tests and lessons I would be confronting at a place like Yale would serve to strengthen the work I do for my peoples. And because my elders are wise, they weren’t going to send me to do this work unprepared. Because of their commitment, my own commitment to this path was made even stronger.
I wouldn’t be doing these “two PhD’s “if I didn’t have the understanding that both are necessary to do the work of service for my people. I also wouldn’t be doing this work if other people around me – like my primera and segunda palabra, like the PhD admissions committee - didn’t think I was ready for this work. Both kinds of work require great discipline, rigor, commitment, integrity and ability. At Yale this means reading and preparing for my classes, showing up to class and following through on my work, engaging with my professors with respect, and demonstrating my ability through the quality of my work. At the Kalpulli, this means having a very open heart, a deep respect for my elders, working continuously to shed that which detracts from well-being, speaking honestly and truthfully as well as humbly with all others, following through on my word, and maintaining the practices of thousands of years of tradition.

Guess which one demands more of me?


The main difference is that the work at Yale is only for five or six years, but spiritual work – this road – is for life. And whereas if I mess up on a paper for one of my classes and get a bad grade, that will only affect me. If I mess up in my spiritual work, all the people around me suffer. The Kalpulli exige más que un PhD because you are not just an individual making a path for yourself – you are a part of a larger community making a path for your people. For me as a Taina, my sense of responsibilty is multiplied. I am a representative of Taino people when I am with Mexica, and showing respect for a tradition that is teaching me is also about showing respect for my Taino ancestors. When I go out in the world for work, Yale will be on my resume. But the work of the Moon Dance, of the Kalpulli, will be what shows when I walk.

Because PhD’s generally engage the mind, without attention to the heart, I have to be very vigilant and disciplined about my spiritual practices, because the spiritual work suffers if the mind and heart are disconnected. Learning to walk in a world that values the mind above all else, that values the individual above all else, that values material gains above all else requires that I connect, on a daily basis, what I am being encouraged to disconnect. This is my journey on the road of the Mexica PhD. By making my body, mind, heart and spirit a bridge between these two value systems – these two worlds - I hope to have much to share as I grow stronger in this work. By bringing these two worlds together, I hope to use all that I am learning to do the work of serving all of my many people, so that our Mother Earth –Tonantzin Coatlicue (Atabey in Tainey) - can be healed of all that has hurt her, of all that has been wrong.